Esbozos, recuerdos, sentires y formas
Muchas veces comienzo cosas que creo nunca voy a terminar y otras veces las doy por terminadas creyendo que eso son y de repente reviven, siempre es por una razón.
Los finales y los inicios pueden ser relativos - utopías de la mente que simbolizan cambios de piel.
El primero boceto de esta pieza la hice cuando vivía en esa metrópoli (año 2012).
Reflejaba simplemente lo que esa ciudad me hacia sentir, una mixtura entre laberintos, miedos, alegrías, placeres, escalones que subir y cosas que alcanzar.
Su base monocromática en un cielo desnudo - sin color - reflejaban el vacío que se vivía en ese momento; era el clímax (bueno, uno de tantos) de los conflictos humanos, conflictos que dejaban sin alma y energía a la masa.
Sin embargo, no dejaba de ser hermosa ante mis ojos, las formas plasmadas en el papel tenían ese atractivo majestuoso que irradia esa ciudad.
Esa diversidad intrincada, con recovecos y espacios para todos y para ninguno a la vez, nada era tuyo y tú podías no ser nada en un abrir y cerrar de ojos.
Me sedujo de cierta manera, con su sabor y su salsa, su calma y su vigor separadas por una masa contundente de circulación arterial y la amé…hasta que ya no podía sostenerla.
Sus ritmos acelerados naturales sumados a la conmoción de la época, dieron un final al esqueleto monocromático.
Digo que reviven por una razón: ahora casi 11 años después, volví a mirar aquel boceto y lo entendí, lo digerí y lo saboreé con tanto gusto que le di color al cielo que me inspiró tantas veces a crear y vi cosas que no había visto antes.
Sin querer estaban reflejados en esa ingenua y visceral composición, lugares que almacené en mi mente y por los cuales mi cuerpo físico formaba parte del paisaje de manera esporádica, pero constante:
El viaducto, armado y destruido.
Los barrios, cálidos y humildes - peligrosos e invasivos.
Las plazas de bolsillo ( esos pequeños espacios de aire entre la multitud que estoy segura todos sus habitantes disfrutamos alguna vez)
Las torres icónicas, puntos de referencia visual y arquitectónica - símbolos de evolución y cambios.
Los vacíos en planta y en fachada en edificios que enamoraron mi vista alguna vez, los percibía como únicos y refrescantes.
San Bernardino y su enredo fantástico de unas calles sin orden que te invitaban a explorar.
Los Palos Grandes, Altamira, Chacao un patio de juegos peatonal de calma, historia y arte; sus bordes contenedores "la cota" y "la francisco" en dónde sobre ruedas podías mirar desde arriba y desde abajo el perfil de esa tajada de ciudad, sin tocarla.
El centro y su ricura, lleno de lugares magníficos como el puente cercano a la Urdaneta y su lugar de intercambio de libros.
El cuchitril chino de comida china más exquisita que he probado en Quinta Crespo.
Catia, con sus olores a medio oriente.
Una de mis cápsulas favoritas, la UCV, dignamente una ciudad dentro de otra, bellamente diseñada y humanizada con sus caminerias conectoras y naturaleza por doquier.
Al Ávila, no lo dibujo literal, porque está allí escondido en ese cielo coloreado, escondido como estuvo ese amor que ahora puedo apreciar.
Espero que en algún lugar de su alma se encuentren en algún rincón dentro de este pajar, para volver a mirar algo que recordar, algo que volver a amar.
Gracias Caracas, por todo...por tu azúcar y tu sal.
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